Producido el Pronunciamiento Militar, el 11 de septiembre de 1973, e investido, desde esos instantes, de tan altas responsabilidades de Estado, me he detenido en no pocas ocasiones a meditar lo que para mí a significado asumir paralelamente dos papeles que, a mi modo de ver, si bien son distintos en la formalidad de su definición, no obstante convergen en el fin último. Me refiero a ser gobernante y ser militar al mismo tiempo.
La vida militar me preparó, primero, para entender cabalmente, que ninguna institución puede funcionar en buena forma si existen en su seno el caos y la anarquía. Deben, en efecto, darse jerarquías, funciones y responsabilidades. En una palabra: orden. Aprendí que ese es un requisito fundamental para que la organización sea eficaz, y aprendí, también, que cada componente de esa estructura, idealmente, no debe fallar en la ejecución de sus responsabilidades. Es decir, en la vida militar se vive, quizás con mayor claridad formal que en otra parte, en permanente dinámica de mandar y obedecer. ¿Y acaso sucede algo demasiado diferente en cualquier otra actividad? En todo caso, quien manda debe saber hacerlo. A su vez, quien obedece, en consecuencia, no puede escapar a la misma dinámica. Todo esto tiene que establecerse en la comprensión cierta de qué es la organización militar. En ella, quien no sepa mandar, no sirve. Y quien no sepa obedecer, tampoco sirve. Por lo demás, y aunque resulte un tanto drástico decirlo así, en la vida, la persona que resulta más inútil es aquella que no sabe ni mandar ni obedecer,
Creo que para poder ejecutar bien el mando es imprescindible haber aprendido a obedecer. Y a obedecer en plenitud, en forma comprometida, sin vacilaciones. Es mal jefe, por lo tanto, quien haya sido mal subalterno. En resumidas cuentas, el saber mandar y saber obedecer son instancias de la vida militar que pueden diferir sólo en meras cuestiones de forma en su proyección a la sociedad en general. En todas partes deben darse jerarquías y mando. Y en todas partes, por lo tanto, existirán personas con mayor o menor capacidad para ser útiles según su función.
Así, cualquiera que sea la organización social; básicamente debe conformarse con una cierta jerarquía. Jerarquía que debe estar en función de un real consenso, con una búsqueda auténtica del bien común.
2 comentarios:
Pronunciamiento, es curioso, en Cuba le han llamado Revolucion pero a fin de cuentas un golpe de estado es un golpe de estado venga de la derecha o de la izquierda. Deberiais leer un poquito sobre el socialismo y vereis que hay bastante diferencia con ese peligro rojo que tanto temen las derechas.-¡Que si, que no tengo ni idea y vosotros y solo vosotros estais en posesión de la verdad!-, os sonrrojariais al saber en cuantos foros comunistas o de izquierdas me han llamado fascista con estas mismas palabras. Pero claro yo solo persigo entender las cosas no a cultos a la personalidad. La falta de perpectiva y la capacidad de autocritica hace que todo lo que no nos gusta se convierta en irrazonable.
a.d'agueira... quizas al leer toda la historia te darás cuenta que el pronunciamiento era la visón y la terminología que usaba el general Pinochet, aunque nosotros sus partidarios realmente no hacemos distinción, Allende fue derrocado por un golpe de estado que se legitimó por causa de que la izquierda intentaba sumir a Chile en una dictadura del proletariado, al estilo cubano.
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