¡¡¡ derrotó a los hipócritas!!!
Traducción y adaptación libre de Carlos D Toledolabarca.
Al leer las historias de los principales medios de comunicación, se puede pensar que los malvados compinches de Augusto Pinochet, mientras que se retorcían sus negros bigotes y se reían malévolamente, derrocaron al “presidente chileno” Salvador Allende. Después sus compinches llevaron a 3.000 inofensivos profesores de sociología y a inocentes parlamentarios izquierdistas al pelotón de fusilamiento y los fusilaron por placer.
La historia verdadera, como se puede imaginar, es algo más complicada, a pesar de los medios de comunicación y de la leyenda negra que los intelectuales han fabricado con respecto a Chile.
Después de la muerte de Stalin en 1953, los comunistas y socialistas chilenos hicieron un “homenaje a Stalin” en el Teatro Baquedano de Santiago. Salvador Allende uno de los sobresalientes oradores del acto, apenas pudo contenerse: “¡Stalin fue una ejemplo de creatividad, de humanismo y un ejemplo edificante de paz y de heroísmo!” dijo efusivamente mientras que contenía las lágrimas. “¡Todo lo que hizo, lo hizo al servicio del pueblo. Nuestro padre Stalin ha muerto pero al recordar su ejemplo nuestro afecto hacia él hará que nuestros brazos crezcan fuertes hacia la construcción de un gran mañana y para asegurar un futuro en memoria de su ejemplo magnífico!”
Después de asumir el poder en 1970 (con el mismo porcentaje de votos que Hitler obtuvo en Alemania en 1933) el régimen de Allende no tardó en manifestar su verdadero aspecto. En enero de 1971 el Secretario General del Partido Socialista, el principal de la Unidad Popular (coalición de partidos con la que gobernó Allende) , Carlos Altamirano jactándose afirmó: “¡Estamos siguiendo el ejemplo de la revolución cubana y contamos con la ayuda de su internacionalismo militante… representado por Fidel Castro y Che Guevara. El conflicto armado en términos continentales sigue siendo hoy tan relevante como siempre!”
“¡Oídme fuerte y claro!” Salvador Allende se jactó el mes siguiente: “¡Emplearemos violencia revolucionaria!” Esto era algo más que un alarde gratuito de Allende. Entre lo que no cuentan los principales medios de comunicación de la miríada de aspectos no denunciados que provocaron el golpe chileno están la docena de escuelas de “guerrilla” que fueron instituidas en todo Chile por los agentes del bloque soviético poco antes del golpe.
Las escuadrones de la muerte marxistas vagaban por Chile, asesinando “elementos burgueses” con impunidad o con la ayuda tácita del régimen. Cuando Salvador Allende visitó Moscú en diciembre de 1972 entre sus reuniones más largas estuvo una con Boris Ponomariev, el jefe del Kremlin para la “guerra irregular” para el Hemisferio occidental. Antes de 1973, el 60% de las tierras arables de Chile habían sido confiscadas por el Gobierno, a menudo con la ayuda de estos escuadrones de la muerte. Rolando Matus y Jacinto Huilipan estaban entre los muchos granjeros que protestaron por la reforma “agraria” de Allende y acabaron siendo secuestrados y asesinados.
“¡Sólo el conflicto armado decidirá quién es el vencedor!” según decía el aliado gubernamental de Allende, Oscar Guillermo Garreton del MAPU (Movimiento de Acción Unitaria de orientación filo-cristiana-marxista): ¡“Sin la destrucción completa del carácter burgués del estado no podemos marchar en la trayectoria del socialismo! ¡La lucha de clases exige siempre el conflicto armado. Entendámonos, la estrategia global se logra siempre a través de las armas!”
El ministro de economía de Allende, Sergio Ramos miembro y dirigente del Partido Comunista chileno , no escatimó palabras tampoco: “Es evidente,” decía a mediados de 1973, “que la transición al socialismo requiere primero una dictadura del proletariado". “No tenemos otra opción”, declaraba el ideólogo y poeta comunista chileno Volodia Teitelboim, “sino la de actuar con resolución y una guerra civil no es un asunto que nos preocupe. Así alcanzaremos objetivos políticos y no políticos”. Su camarada y Secretario General del Partido Comunista Luis Corvolan siguió con: “Nunca hemos pensado que la trayectoria de la revolución chilena sea exclusivamente electoral.”
Cuando Pinochet derrocó a Allende,entre 15 mil a 31 mil agentes cubanos, del bloque soviético y otros agentes comunistas infestaban Chile, incluyendo al superagente terrorista de Castro, Antonio De La Guardia y su jefe Manuel “Barbarroja” Pineiro", conocían Chile, unos fueron deportados, otros se largaron por su propia cuenta por los pasos cordilleranos a la Argentina, Perú y Bolivia, otros fueron rescatados por las naves soviéticas en alta mar, otros simplemente sucumbieron en enfrentamientos con los militares, fueron desaparecidos por los militares o sus compañeros de lucha. Entre los centenares de agentes soviéticos estaban Viktor Efremov, Vasili Stepanov y Nikolai Kotchanov del KGB, y estos hechos comprabados y jamás desmentidos.
Los militares chilenos habían permanecido en sus cuarteles escrupulosamente con varios regímenes izquierdistas (social-demócratas) y de centro. Pero se dieron cuenta de que el régimen de Allende era un animal totalmente diferente.
Pinochet mismo, mientras que era el instructor en la Academia Militar de Chile, se había especializado en “geopolítica.” Lo que Brezhnev, Castro y sus satélites chilenos habían diseñado para su propia Nación debió resultarle obvio. A la luz de los procesos en el bosque de Katyn de Polonia en 1940 y de los de la prisión de La Cabaña en Cuba en 1959, las perspectivas para los militares chilenos debieron parecerle igualmente obvias.¿ Qué probables salidas existían frente a tamaño descalabro y anarquía política, social y económica?
Mientras que los intelectuales “conservadores” han estado alabando el modelo económico y político post-Allende, destacando el legado de una institucionalidad democrática y la más libre en cuanto a la economía, que ha permitido que Chile posea la economía más próspera en América Latina, ha habido mucha pusilanimidad por parte de esos intelectuales “conservadores” a la hora de defender los acontecimientos que lo hicieron posible.
Seguro que es agradable tener un lujoso púlpito en los medios de comunicación en 2006. Pero en septiembre de 1973, los hombres de Pinochet no estaban pensando en agradar a algún fatuo think-tank o en ganar el aplauso de algún tertuliano. Sabían que su nación se enfrentaba al bozal dominado por el estalinismo. Los militares chilenos sin temor se introdujeron en un "corral" que en propio territorio chileno, estaba lleno de osos (soviéticos) y macacos (cubanos), que se jactaban de dirigir "las masas" que conformaban las "brigadas armadas" de los partidos de la UP y los "heróicos guerrilleros" del MIR. Sin temblarles la mano, lograron arreglar la situación con sólo 3.000 muertos, incluyendo todo el daño colateral, no sorprendiendo a cualquier persona informada y honesta que reconoce en justa medida a lo que se enfrentaron.
En 1973, los marxistas chilenos, los soviéticos y los castristas estaban menos decididos a dejar el poder que los baasitas iraquíes, o los talibanes afganos han estado dispuestos. Si comparamos realidades, los costos de persuadirlos y los resultados, como vemos diariamente en las noticias, no admiten comparaciones. La decida acción de Pinochet y sus Fuerzas Armadas debe ser calificada como una de las hazañas históricas más importantes ocurridas en el siglo pasado, cuando las democracias de occidente se batieron en contra del totalitarismo marxista internacional.
Sin duda habría sido mejor poner margaritas en los fusiles de los agentes soviéticos y castristas que estaban estacionados en Chile por aquel entonces. También habría sido mejor persuadir a los escuadrones de la muerte marxistas y a las decenas de miles de comunistas extranjeros y de terroristas tal y como hacían los socialistas suecos juntando las manos en un círculo para cantar “All you need is love” de los Beatles. Pero la historia del Siglo XX enseña que los comunistas fueron y son extremadamente celosos de su poder y de sus privilegios y, extremadamente despiadados contra los que lo desafiaban o contra los que lo cuestionaban. Los millones que acabaron en fosas comunes o en gulags son la prueba de ello.
Desde la victoria de Pilsudski en Polonia contra los comunistas a la de Horthy en Hungría o a la de Franco en España, la historia también enseña que cuando los comunistas prueban su propia medicina, sus gemidos, gimoteos y lloriqueos se convierten en una celebre causa mundial. La orgía permanente de desinformación y ataques de los medios contra Pinochet lo demuestra, al punto que muchos de aquellos hoy favorecidos por los resultados del sacrificio de los soldados chilenos, se suman a los ataques, pretendiendo con ello enterrar o desconocer hechos que ya ocupan un lugar destacado en la historia de Chile y la Universal..
Todas las citas anteriores y acontecimientos se documentan completamente en “La Agresión del Oso; la Intervención Soviética y Cubana en Chile” de Gonzalo Rojas Sanches, un brillante erudito y profesor visitante en Notre Dame que dirige el Departamento de Historia en la Universidad Católica de Chile.
(Fuente original: brookesnews.com/070101fontova.html)
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